La “fiesta incompleta” del domingo pasado por la noche -tal como la definió el propio Marcelo Gallardo- simboliza el momento de un River que celebra más por el crédito enorme -que algunos tildan de “eterno”- emanado de su victoria ante Boca en Madrid el 9/12/18, que por el errático presente de su equipo.
El festejo de “primer mundo” preparado para cuando el reloj dio la cero hora del lunes resultó una especie de “Pañuelo cura-fracaso” (Joaquín Sabina dixit, en su tema “Aves de Paso”) tras la increíble final perdida frente a Flamengo en Lima.
Y de paso los fuegos artificiales taparon la bronca por otra derrota difícil de explicar y que un San Lorenzo avaro -pero inteligente- logró infligirle en un Monumental históricamente inhóspito para el “Ciclón”. Decepción enorme para los hinchas del “Millonario”: un triunfo se hubiera traducido en liderazgo antes del receso de una Superliga esquiva para el “Muñeco”. En la noche del golazo de Adolfo Gaich, las grandes atajadas de Sebastián Torrico, los dos penales malogrados y las dos expulsiones -triste forma de despedirse de local el tucumano Exequiel Palacios antes de emigrar a Alemania- las gradas otra vez no dieron crédito a sus ojos: en los últimos dos meses y medio el síntoma de la falta de contundencia de River se ha ido agravando.
Sus jugadores tienen y hacen circular la pelota, pero al llegar al área rival, suelen carecer de ingredientes de antaño, como cambio de velocidad, sorpresa, poder de fuego (en sus delanteros). Es verdad que el “Millonario” le generó mucho a San Lorenzo, pero por “hache o por be”, la chapa quedó en cero.
A menudo parece que River abona una única manera de llegar al gol: tirando paredes hasta el área chica. Casi nunca un “fierrazo” desde media distancia, casi nunca un centro aéreo efectivo desde el costado, casi nunca el aprovechamiento de una pelota parada. Da la impresión de que si no es de lujo, no vale. Y más en la antigua fortaleza de Núñez, donde este año perdió ocho partidos por liga local.
Es verdad, en 2019 el “Millonario” ganó la Recopa Sudamericana, jugó la final de otra Libertadores -la tercera en cinco temporadas, eliminación de Boca en semis mediante- y de ganar su partido pendiente en la Superliga igualará en la cima a Argentinos Juniors.
Sin embargo, será la final de la Copa Argentina, hoy, la que terminará definiendo el tono del año del ambicioso River. Porque es la oportunidad de sumar una estrella más y además -e igualmente importante-, le dará acceso directo a la fase de grupos de la próxima Libertadores.
¿Qué tiene a favor el “Millonario” de cara al partido contra Central Córdoba? Primero, claro está, la diferencia de jerarquía en los planteles. Y también la abultada experiencia previa en disputar finales. No hay forma, que el equipo de Gallardo no sea considerado a priori amplio favorito.
Pese a tamaña disparidad, y aun con su modestia en nombres, el equipo santiagueño también cuenta con algunas señales a favor: cual “David”, se jugará “la vida” –metafóricamente hablando, a eso equivale para el “Ferroviario” la chance de sumar su primer título grande y meterse en la Libertadores 2020- ante un “Goliat” que ya viene golpeado.
Todo el runrún en torno a la incertidumbre en la continuidad de Gallardo y de un puñado de jugadores que tienen ganas de un cambio de aire -acicateados por el interés exhibido por equipos extranjeros- pueden tener su impacto a nivel mental en un equipo que además ya viene entregando ciertas señales de cansancio tras otra larga y exigente temporada.
La sede de hoy le hace un guiño a River: en el ciclo del “Muñeco” jugó nueve partidos en Mendoza y los ganó todos, incluidas dos finales (Copa Argentina 2017 ante Atlético y Supercopa 2018 frente a Boca). Otros le juegan en contra, sobre todo si la decisión se prolonga hasta la serie de penales: en 2019, el “Millonario” erró nueve de 20 tiros desde los 12 pasos.
Ante Central Córdoba, Gallardo necesita de un Ignacio Fernández en buena forma. Quizá la lesión de Matías Suárez le abra la puerta al regreso como titular del otro “Nacho”, Scocco. Y que varios jugadores (incluidos Montiel y Javier Pinola levanten su nivel).
Mientras, Gallardo hizo oír una frase en la noche del domingo que es mensaje para su tropa: “Vamos adelante. Cuando no se nos dan las cosas, nosotros seguimos insistiendo”. El “Sapito” Gustavo Coleoni y los suyos tratarán de que esa búsqueda se torne infructuosa.